Comprar trofeos personalizados ¿Conoce la historia de los trofeos?
Hoy en día, comprar trofeos personalizados es tan simple como ingresar a una tienda especializada online, seleccionar el modelo que más nos guste y adquirirlo. Pero esto no era tan sencillo cuando surgió la práctica de otorgar estos premios. Por el contrario, su realización y a veces su entrega, requería mucho esfuerzo.
Y es que los primeros trofeos de la antigüedad, no eran tan pequeños ni ligeros como los que se utilizan hoy, sino que muchas veces, estos se elaboraban con piedra y dado que se dedicaban a los dioses, solían ser muy grandes.
Para comprender esto, es importante tener en cuenta que el origen de los trofeos se remonta a la antigua Grecia y, en un principio, no se otorgaban a un vencedor, sino que eran monumentos que se levantaban con el objeto de representar la victoria de un ejército sobre otro. Estos generalmente se elaboraban con las armas de los enemigos derrotados e incluso con partes de los cadáveres.
Posteriormente, esta práctica fue adoptada por los romanos, pero ellos le aportaron un mayor estilo, poniendo más énfasis en la belleza. En virtud de ello, sus monumentos constaban de grandes columnas que muy pronto se convirtieron en majestuosas construcciones con gran valor arquitectónico.
Después, con el surgimiento de los torneos, tales reconocimientos fueron adaptados al sentido de la ocasión y se empleaban árboles y rocas para elaborar los grandes trofeos que se otorgaban. Adicionalmente, también se le ponía al vencedor una corona de laureles.
En la actualidad, se siguen otorgando trofeos extraordinarios, caros y elaborados con oro o plata. Tal es el caso de la copa del mundial de futbol o de las que se entregan en los abiertos de tenis. Pero además, existen otras más apropiadas para los eventos de menor proyección, fabricadas con materiales más económicos y con diseños igualmente atractivos.
De esta manera, los trofeos se han convertido en el elemento indispensable de toda clase de competiciones llevadas a cabo a nivel mundial. Y, por supuesto, ya no son tan extravagantes como los otorgados en Roma o Grecia durante la antigüedad. De ser así, costaría demasiado cubrir la demanda de premios que se entregan en la actualidad.